
El CAMINO DE LA FE.
Este próximo domingo, celebramos la Epifanía del Señor, que “es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. La Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente (Mt 2, 1). En estos "magos", representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para "rendir homenaje al rey de los Judíos" (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que será el rey de las naciones (Nm 24, 17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los judíos (Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testamento (Mt 2, 4-6)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 528). ”La Epifanía es, pues, la gran fiesta de la fe. Participan en esta fiesta tanto quienes han llegado ya a la fe como los que se encuentran en el camino para alcanzarla. Participan, agradeciendo el don de la fe, al igual que los Magos, llenos de gratitud, se arrodillaron ante el Niño. En esta fiesta participa la Iglesia, que cada año se hace más consciente de la amplitud de su misión” (Papa Juan Pablo II). Ahora se cumple en su totalidad lo anunciado por el profeta Isaías al pueblo de Israel: “¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz” (Is 60,1), y el apóstol San Pablo, una vez que esa Luz que es Cristo, se ha encendido por la gracia de Dios en su vida, les dice a los cristianos de Efeso: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la Promesa en Jesucristo por el Evangelio” (Ef 3,6). Y es la visita al Niño Jesús de “unos Magos de Oriente” (Mt 2,1), la señal de que “tanto ha amado Dios al mundo que ha dado a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16). El encuentro del Niño Jesús con los Magos no es algo accidental sino que responde a los planes salvificos de Dios en favor de la humanidad; eso sí, aquellos hombres tuvieron que estar atentos a los signos que Dios les ofreció, debieron de ponerse en camino, renunciar a la comodidad de sus hogares, dejar su patria para encaminarse a un país que no era el suyo, superar los obstáculos del camino; y cuando se sintieron perdidos, tuvieron que reconocer que ellos no sabían mucho sobre ese Personaje al que buscaban y que debían de preguntar a los que sabían más sobre El: “¿Dónde esta el Rey de los Judíos que ha nacido?” (Mt 2,2). Hermanas y hermanos, el deseo de Dios ha sido “inscrito en el corazón del ser humano por Dios mismo, pues hemos sido creados por Dios y para Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 528). Pero el problema de hoy, y de siempre, es el mismo: no querer reconocer a Dios como Dios; y por eso la humanidad sigue viviendo en tinieblas. Sólo caben dos maneras de vivir: como los Magos, buscando encontrarnos con el Señor cada día; o como el rey Heredares, que encerrado en si mismo trata de hacer desaparecer a Dios de su vida: ¿Con quién se está identificando usted?
Oremos juntos: “Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes: para que rija tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Que en sus días florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar en mar, del Gran Río al confín de la tierra. Que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributos; que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones, que se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. El librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenia protector; él se apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres” (del salmo 71).
Primera parte: Hay que estar atentos a los signos de Dios.

Para dialogar: La dureza de corazón, el no querer reconocer a Jesucristo como Dios en la propia vida, no es una actitud del pasado sino que es una manera de vivir actual en muchos cristianos. Son muchos los cristianos que no quiere oír hablar de Dios, otros escuchan pero no le toman importancia, hay quienes creen que el tema de Dios es algo que puede esperar para mas tarde, y así se nos pasa la vida: ¿Con que actitud esta viviendo usted?
Segunda parte: Las oportunidades de Dios no esperan
El desconocimiento de Dios lleva al cristiano muchas veces a vivir como si Dios no existiera, lleva ha que la persona se encierre en sí misma, a creer que lo sabe y lo puede todo. Ejemplo de esto fue Herodes, que siendo rey no conocía a Dios. Tenia poder, fama y dinero pero, no era feliz pues, para mantenerse en el poder había tenido que asesinar a muchas personas incluyendo a su propia esposa y a algunos de sus hijos. A pesar de su maldad, Dios le ofreció una oportunidad, como a pocos personajes en la historia, pudo haber tenido en sus brazos al mismísimo Hijo de Dios pero, eso no sucedió porque en cuanto supo de que había nacido el Mesías prometido al pueblo de Israel, tomo la decisión de asesinarlo. Por eso, cuando se enteró de “que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había sido precisado por los magos” (Mt 2, 16); pero al poco tiempo Herodes murió (Mt 2,19). “Las oportunidades de Dios no esperan. Llegan y pasan. La palabra de vida no espera; si no nos la apropiamos, se la llevara el demonio. El no es perezoso, antes bien, tiene los ojos siempre abiertos y esta siempre preparado para saltar y llevarse el don que vosotros no usáis” (Cardenal John Henry Newman, Llamada de la gracia). La pereza, el descuido, la indiferencia, el sentirse satisfecho de la vida es lo que lleva a que el cristianos no le de a Dios en su vida la importancia que se merece pero, la vida se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Los que tienen poder y dinero como Herodes, sienten que tienen en sus manos los destinos del mundo, y que pueden hacer lo que a ellos se los antoje pues, no hay quien les diga nada. Los pobres, muchos, le piden a Dios un trabajito, una casita, algo para vivir pero, una vez que tienen lo que necesitaban se olvidan de Dios igualmente que los poderosos de este mundo. Buscar a Dios, ponerse a su servicio, y no servirnos de Dios para nuestros propios intereses, es la actitud de aquellos que realmente se han encontrado con El. Jesús dice en su Palabra: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a pequeños” (Mt 11,25). El dos mil ocho, quizás sea la última oportunidad que usted pueda tener para demostrarle al Señor que le ama; nunca sabemos lo que sucederá mañana, por eso, lo único y lo mejor que podemos hacer, es aprovechar al máximo el presente que Dios nos regala.
Para dialogar: ¿le parece a usted que Herodes fue un hombre inteligente que, aunque llego a ser rey, no supo reconocer a Dios en el Niño que había nacido en Belén? ¿servirán de algo el poder, el dinero, la fama, los títulos, si no se logra reconocer a Dios como lo mas importante en la propia vida?
2 comentarios:
ojalá pudieramos compartir más homilías para todos
es de gran ayuda tus comentarios
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