lunes, 25 de febrero de 2008

cuarto domingo de cuaresma ciclo a

IV Domingo de Cuaresma.
domingo 2 de marzo de 2008


¿QUE QUIERE DECIR SER CRISTIANOS? CRECER CON CRISTO.

Las lecturas de este domingo nos presentan dos historias muy interesantes, una, es la elección de David para que sea rey de Israel, y la otra, en el Evangelio, es la curación de un ciego de nacimiento por parte de Nuestro Señor. Dios rechaza a Saúl como rey de Israel porque se ha portado mal, y le ordena al profeta Samuel que vaya a Belén, a la casa de Jesé, y que él le manifestara a cual de los hijos de Jesé ha escogido para que sea el rey de Israel. Samuel tiene miedo y le dice al Señor: “me va ha matar Saúl, si sabe que yo ando buscando otro rey”. Pero Dios le aconseja como tiene que hacer para que el rey no se entere. Cuando Samuel llegó a la casa de Jesé, le dijo: “Muéstrame a tus hijos”. Y al ver a Eliab, pensó: “seguro, el Señor tiene delante a su ungido”. Pero el Señor le dijo: “No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”. Y fueron pasando los otros hijos de Jesé y cuando acabaron de pasar y Samuel no encuentra la inspiración de Dios en ninguno de ellos, le dice a Jesé: "¿Ya no hay más muchachos?" "Sí -le dice Jesé- falta el más chiquito, está cuidando el rebaño". "Llámalo, -le dice el profeta- que no comeremos hasta que venga. Y cuando llega David a la casa, el Señor le dice a Samuel: “Anda, úngelo, porque es éste”. Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante”. La elección de David como rey de Israel no fue algo que sucediera de la noche a la mañana, sino que Dios lo había planificado desde siempre: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, ya antes que nacieses, te tenia consagrado” (Jr 1, 5). Y usted ya sabe que después David, cuando era rey, hizo cosas desagradables a los ojos de Dios pero, Dios sabia todo eso con anticipación, y sin embargo, escogió ha este hombre para hacer cosas grandes con él, y las hizo, mientras David se mantuvo fiel a sus mandatos. Hermanos y hermanas, ¿adonde queremos llegar ahora con nuestra reflexión? Queremos que entienda que Dios le ha escogido, que le ha consagrado, y que él quiere hacer cosas grandes con usted. A entender esto, nos ayuda la Iglesia, cuando nos dice: “Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. Los bautizados se han "revestido de Cristo" (Gal 3,27). La unción con el santo crisma, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, "ungido" por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey (Catecismo de la Iglesia Católica, n.1213, 1227, 1241). Por el Bautismo nos hemos convertido en hijos e hijas de Dios, nos hemos revestido de Cristo transformándonos en sacerdotes, profetas y reyes, y nos hemos hecho miembros de la Iglesia. Esto es lo que somos, pero, el problema es que muchas veces no acabamos de entenderlo, por esa razón, nos volvemos incapaces de creer todo lo que Dios tiene para cada uno de nosotros. Por eso muchos cristianos viven como gente que ha perdido el juicio, sin poner atención en serio a la voluntad de Dios sobre sus vidas. La cuaresma es un tiempo para despertar, es el momento oportuno para permitirle al Hijo de Dios que abra nuestros ojos como lo hizo con el ciego aquel ciego de nacimiento, del que nos hablara hoy el Evangelio.


Oremos juntos: “El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término” (del salmo 22)


Primera parte:
“Aquellos a quienes Dios elige para una misión los prepara y dispone de manera que sean capaces de desempeñar la misión para la que fueron elegidos” (Santo Tomas de Aquino).

Dios nos ha creado a cada una y ha cada uno de nosotros para algo, y ese algo para lo cual Dios le ha creado no es una casualidad en su vida sino que Dios lo ha preparado desde antes que usted existiese, por eso nos dice su Palabra: “Mi alma conocías cabalmente, y mis huesos no se ocultaban, cuando era yo formado en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra” (Sal 139,15). A David, Dios lo había elegido para que fuera rey de Israel, así que aunque él no lo sabía, Dios lo había preparado y dispuesto para que desempeñara esa misión. Y la primera lectura nos dice que “a partir del momento en que David fue ungido, vino sobre él el espíritu del Yahveh” (1 Sam 16,13). Es posible que usted piense pero, si cada una y cada uno de nosotros tenemos una misión ¿de que manera Dios nos ha preparado para que seamos capaces de desempeñarla? El apóstol San Pablo nos dice que “nuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en nosotros y que hemos recibido de Dios” (1 Cor 6,19). Hermanos, ese Espíritu de Dios del nos habla San Pablo, habita en cada bautizada y bautizado, y como sucedió con David, también él ha tomado posesión de nuestra vida desde el día en que recibimos el sacramento del Bautismo y la Confirmación. La presencia del Espíritu de Dios se manifiesta en la vida de cada cristiano a través de sus “sus siete dones que son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1831). Un vehículo no puede caminar por si mismo sino que necesita de alguien que lo conduzca, y cuando se le termina el combustible hace falta que alguien lo alimente para pueda seguir trabajando. Los seres humanos tampoco podemos caminar por si mismos, sino que necesitamos de alguien que nos conduzca y nos inyecte sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios, para así poder cumplir con nuestra misión de hijos e hijas de Dios. Hay muchos cristianos que piensan que Dios no es necesario en sus vidas, que ellos pueden vivir sin él, que no lo necesitan pero, Jesús no puede haberse equivocado al decirnos: “separados de mi, no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Dependemos de Dios, lo queramos o no, y “nuestra vida está sostenida por los dones del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia Católica, 183o).

Para dialogar: ¿Considera usted que esta utilizando debidamente los dones del Espíritu Santo en su vida?

Segunda parte: Hay que dejar que Jesús nos abra los ojos.

Cuando hablamos de ceguera nosotros siempre pensamos en una persona que no puede ver todo lo que le rodea, y esto debe de ser una cosa muy terrible pero, existe también otra clase de ceguera que es aun peor que la primera, y esa es la ceguera espiritual. El evangelio que escucharemos este próximo domingo nos presenta en un mismo problema las dos clases de ceguera: Jesús se encontró con un hombre que era ciego de nacimiento, y él lo curó. Aquel hombre al verse curado de su ceguera creyó en Nuestro Señor Jesucristo, creyó que él era el Salvador del mundo. Pero es aquí donde aparece un grupo de personas, los fariseos, que padecían la otra clase de ceguera, la espiritual. El problema fue que Nuestro Señor había hecho aquella curación en día sábado, por eso los fariseos le acusan de “ser un pecador”; y por más que el hombre que había sido ciego trató de explicarles, ellos no quisieron entender. Hermanos, es triste la situación de los fariseos pues tenían sus ojos abierto pero al mismo eran ciegos, y por eso, fueron incapaces de reconocer a Nuestro Señor; el ciego en cambio, a pesar de ser ciego, sí lo recoció “y creyó en él”. Ojalá que esta Cuaresma sirva para irnos purificando y haciendo sentir cada vez en nosotros la vida de Dios de la que participamos por ser cristianos. Y si por desgracia hemos perdido esa vida de Dios por el pecado -porque así se pierde la vida de Dios, cada vez que pecamos- corremos al Espíritu Santo y entronizamos al demonio en nosotros. Dicen que no hay posesos, ¿cómo no va a haber posesos si cada pecador con pecado mortal es un poseído del demonio?” (Mons. Oscar Arnulfo Romero, 5 de marzo de 1978). Hermanos, son muchos los cristianos que se mantienen tercos con relación a Dios, entienden que no están haciendo la voluntad de Dios pero, al mismo tiempo, no les importa, y es que están ciegos, y no podrán ver a menos que Nuestro Señor les abra sus ojos. Me sucedió hace un par de semanas: los padres de un niño que iba ha recibir el sacramento de la Confirmación en estos días, me dijeron que su hijo había escogido para que fueran sus padrinos a una pareja que viven nomás acompañados; me contaron que cuando el niño hizo su Primera Comunión, quiso que ellos fueran sus padrinos pero no se pudo por la misma razón. Yo le propuse al papá que le dijera a la pareja que vinieran a hablar conmigo para hacerlos entrar en razón, y que nomás era necesario que ellos se comprometieran en serio a casarse este año, para que pudieran ser padrinos del niño pero, cuando hablé con ellos, esta fue la respuesta: “padre, nosotros nos amamos y hemos vivido así muy bien durante veinticinco años, y nos vamos a casar cuando nosotros lo decidamos, y no cuando otra persona nos diga”. Yo me dije a mí mismo: ¿para qué sigo perdiendo mi tiempo con esta pareja de burros? Y les dije: esta bien, pueden irse. Y es que clase de ceguera el único que la puede curar solamente es Dios, y no nos queda más que pedírselo a él.

Para dialogar: Pensando en la salvación, ¿Cuál de las dos cegueras es mas terrible? ¿En que partes de su vida considera usted que necesita ver mejor?

1 comentario:

P. Milton Paz y Bien dijo...

muy bueno te sigo desde mi parroquia saludos