viernes, 4 de abril de 2008

tercer domingo de pascua ciclo a

iii Domingo de Pascua.
homilia del domingo 6 de abril de 2008

LA PRIMERA EVANGELIZACION, Y LA NUEVA EVANGELIZACION.

“La evangelización es la misión propia de la Iglesia” (Documento Pueblo, n.4), y esta es una tarea que le fue confiada por Nuestro Señor una vez resucitado: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28,19). Los apóstoles se tomaron en serio esta misión, poniendo al servicio de ella todos los bienes con que contaban, e incluso se dispusieron ha sacrificar y sacrificaron hasta sus propias vidas. ¿Por qué tanto así? Porque estaban convencidos de quien era Jesús; habían sido testigos de su Pasión y, Muerte, y después de tres días, también de su Resurrección, y eso los hizo capaces de comprender, que Jesús era el Hijo de Dios, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La predicación del Evangelio comenzó a cambiar la vida de las personas, de las familias, y de las sociedades. Pero no creamos que esta primera evangelización fue una tarea fácil para los cristianos de aquella primera hora sino que, muy por el contrario, tuvieron que hacerle frente a toda una serie de dificultades que amenazaban con destruirles: “Las cadenas, las prisiones, el exilio, el hambre, el fuego, las bestias feroces y todos los suplicios que la crueldad de los perseguidores les ha hecho imaginara, no han podido empañar esta fe en el Senor Jesús. No solamente hombres, sino también mujeres, niños pequeños y muchachas han combatido por ella en todas las partes del mundo hasta derramar su sangre” (San León Magno, Sermón 72). ¿Pero qué fue lo que transformó a esta gente, lo que hizo que los mismos apóstoles cambiaran? Y la respuesta nos la ofrece el evangelio de este domingo: Fue el encuentro con Jesús Resucitado. Fue eso lo que hizo que aquellos primeros discípulos que estaban tristes, decepcionados, y con deseos de volverse a sus casas, cambiasen por completo, y en adelante, se dedicasen de lleno, y sin ningún miedo, a predicar que: “a este Jesús Dios lo resucitó, y de lo cual todos ellos eran testigos” (Hc 2, 33). Debemos de entender que aquellos primeros cristianos no hubieran sido capaces de realizar esta primera evangelización, si no hubiesen tenido un encuentro personal con Jesús Resucitado; y si esta primera evangelización no se hubiese realizado, el mundo no seria lo que es, y posiblemente la luz del evangelio todavía no hubiese llegado hasta nosotros. ¿Qué estamos haciendo nosotros para que la Palabra de Nuestro Senor Jesucristo sea conocida, creída y vivida? Existe en nuestra Iglesia una gran mayoría de cristianos que no han entendido que la evangelización es una tarea que nos corresponde a todos los bautizados. Muchos cristianos se han conformado con ser únicamente domingueros, a misa si, pero nada mas eso, sin asumir en serio ningún tipo de compromiso cristiano en sus familias, o en su comunidad. ¿Hacia donde cree usted que esta caminando cada vez mas el mundo? Hacia la descristianización, a vivir como si Dios no existiera. En su reciente visita que los obispos salvadoreños han realizado al Papa, él les ha dicho: "es preciso impulsar un ambicioso y audaz esfuerzo de evangelización en vuestras comunidades diocesanas, orientado a facilitar en todos los fieles ese encuentro íntimo con Cristo vivo que está a la base y en el origen del ser cristiano" (Visita Ad Limina de Obispos de El Salvador (02-28-08). Pero eso, sólo será posible con la participación de todos los bautizados y bautizadas.
Oremos juntos: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte esta en tu mano. Bendeciré al Señor que me aconseja; hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con el a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: porque no me entregaras a la muerte ni dejaras a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñaras el sendero de la vida, me saciaras de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha” (Del Salmo 15).
Primera parte: ¿Cuál es la misión de la Iglesia?

Todo tiene su razón de ser, y la Iglesia, como Cuerpo de Cristo que es, tiene también una misión específica que desempeñar en este mundo, que es
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“revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a si mismo en el, ayudar a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, países en vías de desarrollo y países de la opulencia, a todos, en definitiva, a conocer las insondables riquezas de Cristo (Ef 3,8), porque esta son para todo hombre y constituyen el bien de cada uno” (Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 11). Esta es la misión de la Iglesia: hacer conocer la voluntad de Dios a todos, y ayudar a todos a vivir de cuerdo con esa voluntad para que juntos podamos conseguir la vida eterna. “Ciertamente, la misión propia que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social. Pues el fin que le asignó es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Además, en virtud de su misión y naturaleza, la Iglesia no está ligada a ninguna forma particular de civilización humana ni a sistema alguno político, económico o social. Por esto, la Iglesia advierte a sus hijos, y también a todos los hombres, a que con este familiar espíritu de hijos de Dios superen todas las desavenencias entre naciones y razas y den firmeza interna a las justas asociaciones humanas” (Constitución Pastoral de la Iglesia en el mundo, 42). Eso sí, en ninguna parte y en ninguna época de la historia le ha sido fácil a la Iglesia poder realizar la misión que Nuestro Señor le ha encomendado, y esto, ya sea por las dificultades del mundo en el que vivimos, o por los problemas que surgen al interior de ella misma.
Para dialogar: La Iglesia somos todos los bautizados, y la responsabilidad de realizar la misión que Jesucristo le ha confiado, es tarea de todos: ¿Considera usted que todos los bautizados se sienten responsables de la misión que Nuestro Señor Jesucristo le ha encomendado a su Iglesia ¿Si o no? ¿Por qué?
Segunda parte: La Nueva Evangelización.

Hablando de la Nueva Evangelización, el Cardenal Joseph Ratzinger, ahora Papa Benedicto XVI, pronunció las siguientes palabras en un discurso dirigido a un grupo de catequistas y profesores de religión: “Evangelizar quiere decir mostrar ese camino, enseñar el arte de vivir. Jesús dice al inicio de su vida pública: he venido para evangelizar a los pobres (Lc 4, 18). Esto significa: yo tengo la respuesta a vuestra pregunta fundamental; yo os muestro el camino de la vida, el camino que lleva a la felicidad; más aún, yo soy ese camino. La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. Esta pobreza se halla hoy muy extendida, con formas muy diversas, tanto en las sociedades materialmente ricas como en los países pobres. La incapacidad de alegría supone y produce la incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia... todos los vicios que arruinan la vida de las personas y el mundo. Por eso, hace falta una nueva evangelización. Si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero ese arte no es objeto de la ciencia; sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que es el Evangelio en persona” (L’osservatore Romano, 19 de enero de 2001). Cuando vemos nuestra realidad fácilmente podemos darnos cuenta de que muchos cristianos alrededor no han aprendido el arte de vivir, de vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, y por lo mismo no son felices. El mundo esta lleno de infelicidad, y el Papa dice que la pobreza más profunda se encuentra en el hecho de perderle el sentido a la vida, y eso, es incontable el número de hombres y mujeres que no saben ni para que viven en este mundo. Por eso es que sigue haciendo falta una Nueva Evangelización en todos los tiempos y en todo lugar pues, solamente “la alegría del discípulo es antídoto frente a un mundo atemorizado por el futuro y agobiado por la violencia y el odio. La alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (Documento Aparecida, 29). Hermanos, es un pecado cruzarnos de brazos para simplemente ver pasar la vida pues, aunque los seres humanos seguimos siendo los mismos, las ideas en el mundo cambian de un día para otro, y son estas ideas, que cuando son equivocadas, llevan a que el cristiano se aparte en su comportamiento de Jesucristo que es, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). ¿Cuál es la razón principal del aborto? ¿De todos los métodos de Planificación Familiar Artificial? ¿De una educación sexual en las escuelas que muy poco tiene de educación pero, mucho de perversión? ¿De los llamados matrimonios entre homosexuales que ya se realizan legalmente en varios países del mundo? ¿De la desintegración familiar, y del descuido en la educación de los hijos? La razón fundamental de toda esta situación es que la mayoría de cristianos nos hemos olvidado de hacer presente y eficaz, en nuestro tiempo y en nuestras comunidades, la misión fundamental de la Iglesia que es, EVANGELIZAR; y para nuestra situación en El Salvador, si las cosas estuvieran bien, entonces el santo padre no hubiera pedido a nuestros obispos que “impulsen un ambicioso y audaz esfuerzo de evangelización en sus comunidades diocesanas, orientado a facilitar en todos los fieles ese encuentro íntimo con Cristo vivo que está a la base y en el origen del ser cristiano" (Visita Ad Limina de Obispos de El Salvador (02-28-08). Como están las cosas en nuestro tiempo, si no nos comprometemos todos en ese ambicioso y audaz esfuerzo evangelizador, que el Papa ha pedido a la Iglesia en El Salvador: ¿Qué vamos ha heredar nosotros a las próximas generaciones de cristianos que vivan en este país?
Para dialogar: Piense y comparta con los demás hermanos y hermanas

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